La peor primera semana de clases
Era el 10 de marzo del 2000. Ese
día empezaba el secundario en una nueva escuela a la cual me había cambiado,
una escuela técnica. Por esos tiempo era un joven de 14 años al que le gustaba
mucho la informática y todo lo relacionado con las computadoras, por eso fue que decidí
hacer el secundario en una escuela técnica que me daba la oportunidad de
obtener un titulo de “Técnico en informática”. Pero lo que nunca hubiera imaginado
era como se manejaban en esa escuela.
El primer día de clases tuve
materias clásicas como Matemáticas, Lengua e Historia. Al día siguiente tuve
otras como Química, Física y Geografía. Las profesoras me parecían normales,
algunas mas copadas otras no tanto. Me quedo grabada la imagen de la profesora
de Geografía, se llamaba Mabel Martínez, media aproximadamente 1,60 mts de
altura y era gordita. Lo que mas resaltaba de su físico eran sus anchas caderas
y su cola bastante grande. Usaba unas gafas de sol horribles que le daban un
aspecto de mosca y se notaba bastante estricta con respecto a la atención que prestábamos
en clase y a las tareas que mandaba. Si alguien molestaba en clase ella hacia
una anotación en un cuaderno. No se exactamente que anotaba pero supongo que
era un llamado de atención. Ese día nos mando una tarea respecto a los límites geográficos
del país, había que marcarlos en un mapa y anotar contra que países limitaba la
Argentina. Finalmente sonó la campana y me retire contento a mi casa. El
miércoles fue otro día aburrido en la escuela pero eran tranquilos porque era
la primera semana, de hecho la única profesora que nos había mandado tarea
hasta ahora había sido la de Geografía. El jueves fui a la escuela como había
echo los tres días anteriores, cursaba otra vez Geografía, vaya aburrimiento.
Fue entonces cuando la profesora entro, saludo y pregunto si habíamos hecho la
tarea que nos había mandado. ¡Mierda! Pensé, me había olvidado. Tampoco era
para tanto, en el mejor de los casos no me preguntaría nada y si me preguntaba
y no lo sabia me pondría un llamado de atención y listo. La profesora Martínez comenzó
a hacer preguntas a los alumnos, una… dos… tres… cuatro. Vamos bien, la tarea
solo tenia cinco preguntas, una mas y me salvo. Fue entonces cuando la profesora
dijo: “¿Rivi?” a lo que yo atine a decir “acá”. Me hizo la quinta y ultima
pregunta que había en la tarea que nos mando y como no la había hecho le respondí
que no sabia. Ella me pregunto: “¿Como que no sabe?” “¿Rivi no hizo la tarea?”
a lo cual yo respondí un poco avergonzado “No profesora, me olvide”. La
profesora ni se inmuto, anoto algo en su cuaderno y le pregunto a otro alumno.
A la media hora sonó la campana y pensé “Al fin me voy a casa”. Todos empezaron
a salir y como me había sentado al fondo era uno de los últimos pero cuando
pase frente al escritorio de la profesora esta me dijo “Rivi, quédese que
quiero hablar con usted”, la puta madre pensé, ahora me va a cagar a pedos por
no hacer la tarea de mierda. Primero me pidió que cerrara la puerta del salón
con llave y que bajara la persianita que estaba sobre la ventana de la puerta
de manera que nadie pudiera entrar ni tampoco ver desde afuera. Luego me pidió
que agarrase una silla y me sentara a su lado pero mirándola de frente.
- ¿Quiere
explicarme porque no hizo la tarea? – dijo ella.
- Discúlpeme
profesora, la verdad es que me olvide – respondí.
- No se como
manejaban estos casos en su antigua escuela pero acá este tipo de faltas de
disciplina no se toleran y se castigan severamente.
- No entiendo a
que se refiere con “se castigan severamente” profesora.
- Significa que
en esta escuela el personal educativo tiene libertad de aplicar castigos físicos
a los alumnos siempre que cometan una falta de disciplina – dijo Mabel.
Yo estaba
estupefacto, no entendía nada de lo que me estaba diciendo. ¿Acaso me van a
pegar por no haber hecho la tarea? Es cualquiera eso.
- ¿Alguna vez le
dieron una paliza? – me pregunto la profesora.
- No, jamás – respondí
yo.
- Bueno, siempre
hay una primera vez para todo – respondió ella-
- Discúlpeme
pero usted no me va a pegar, ni loco – le dije.
- Entonces tengo
q aplicarle 10 amonestaciones – fue su respuesta.
- ¿10
amonestaciones por no hacer la tarea?
- Lo siento Rivi
pero así son las normas de esta escuela y le recuerdo que con 25 usted queda
libre.
- Por favor, no
me ponga 10 amonestaciones. Le prometo que siempre voy a hacer la tarea.
- Es su decisión
Rivi, las amonestaciones o la paliza – dijo Mabel.
Después de
pensarlo un par de segundos me dije que no podía permitirme tener 10
amonestaciones el cuarto día de clases así que le dije a la profesora que
aceptaba ser castigado por ella.
La profesora Martínez
me pidió que me bajara el pantalón y el calzoncillo y que me pusiera sobre sus
piernas.
Al principio me negué,
Me daba mucha vergüenza desnudarme frente a mi profesora, entonces ella me volvió
a amenazar con lo de las amonestaciones.
Finalmente accedí,
me baje el pantalón y luego con mucha vergüenza y lentitud el calzoncillo. Me
coloque sobre sus piernas. Fue una sensación rara, jamás había estado desnudo
apoyado sobre las piernas de una mujer y con mi cola al aire de frente a su
cara.
La profesora Martínez
apoyo su mano derecha sobre mi cola y la acaricio un poco, me dijo que como era
la primera vez me iba a dar cien chirlos y entonces me pregunto si estaba listo.
Yo respondí con un temeroso si y entonces sentí como su mano se despego de mi
cola y el primer golpe cayó. Fue un golpe seco y firme sobre mi glúteo derecho.
Debo decir que ese primer golpe me genero cierta picazón aunque no tuve mucho
tiempo de reflexionar sobre eso ya que un par de segundos después otro golpe
firme y seco cayo sobre mi glúteo izquierdo.
Los chirlos
sobre mi cola eran pausados pero fortísimos, Mabel se tomaba todo su tiempo
para golpear mis glúteos de forma alternada. Derecho, izquierdo, derecho, izquierdo.
Yo los iba contando para que no me diera más de los cien que me había dicho que
me iba a dar. A partir del golpe veinte mas o menos comencé a sentir como la acumulación
de chirlos me causaba cada vez mas picor y dolor.
Trate de cubrir
mi cola con mi mano pero la profesora me dijo que la sacara de inmediato de lo
contrario me daría mas chirlos. No dejaba de mirar el reloj que estaba sobre la
pared esperando que el tiempo pasara mágicamente pero no lo hacia. Llegando al
chirlo numero 40 la profesora me hablo.
- ¿Le duele Rivi?
– pregunto Mabel.
- ¡Si
profesora!, duele mucho – respondí.
- Me alegro
mucho.
- ¿Esta
aprendiendo la lección?
- ¡Si profesora!
– exclame.
- Si profesora ¿que?,
me parece que a usted le hace falta mucha disciplina.
- ¡Si profesora
Mabel Martínez! – dije.
Los chirlos seguían
cayendo sobre mi cola, 55, 56, 57, 58. El dolor y la picazón eran terribles. Hay
que recordar que por aquel entonces tenia solo 14 años, todavía era chico y la
profesora me estaba dando unas nalgadas fortísimas.
Mientras el
castigo iba llegando a su recta final, no pude aguantar mas y comencé a llorar
ligeramente mientras juraba que de ahora en mas siempre iba a hacer la tarea a
lo que la profesora Martínez me respondió “Este seguro que jamás va a volver a
cometer una falta porque la próxima vez el castigo va a ser mas duro y largo”.
Para cuando conté
el chirlo número ochenta y cinco mi llanto era casi desconsolado, el dolor y la
picazón eran insoportables. De repente conté el golpe numero noventa y el
castigo se detuvo. Trate de contener mi llanto y hable.
- Por favor
profesora dígame que ya se termino.
- Lo lamento
Rivi pero todavía quedan diez chirlos – me respondió.
- Estos últimos
diez chirlos que le voy a dar van a ser muy duros y quiero que cada vez que le
pegue los cuente y me agradezca diciéndome “gracias profesora Mabel Martínez”,
¿entendió?
- Por favor
profesora, no me pegue más.
- ¿Entendió Rivi?
¿Si o no?
- Si profesora –
dije.
Acto seguido me
cayeron dos chirlos terribles en el medio de la cola, abarcando la mitad de
cada nalga. ¡PLAS! ¡PLAS!. De fondo se escucho mi grito de dolor “Ahhhhh”.
- Si profesora
¿que? – dijo Mabel.
- ¡Si profesora
Mabel Martínez! – casi que grite.
- Comencemos con
los últimos diez chirlos, ¿Esta listo Rivi?
- Si profesora
Mabel Martínez – mi voz apenas se oía.
¡PLAS!... uno,
gracias profesora Mabel Martínez. ¡PLAS!... dos, gracias profesora Mabel Martínez.
Esos chirlos eran increíblemente fuertes, no podía entender como una mujer como
ella, que no era corpulenta para nada podía pegar tan fuerte. ¡PLAS!... tres,
gracias profesora Mabel Martínez. Yo solo podía contar y esperar a que llegara
el milagroso numero diez. ¡PLAS!... cuatro, gracias profesora Mabel Martínez. Comencé
nuevamente a llorar desconsoladamente ante cada uno de esos terribles chirlos.
¡PLAS!... cinco, gracias profesora Mabel Martínez. ¡PLAS!... por favor
profesora me duele mucho. Va de nuevo – dijo ella. ¡PLAS!... seis, gracias
profesora Mabel Martínez. ¡PLAS!... siete, gracias profesora Mabel Martínez.
¡PLAS!... ocho, gracias profesora Mabel Martínez. Estos son los últimos dos
Rivi – comento, como si eso fuese algo bueno. ¡PLAS!... nueve, gracias
profesora Mabel Martínez. Y al final llego el milagroso numero diez. ¡PLAS!...
diez, gracias profesora Mabel Martínez.
Terminado el
castigo, la profesora me acaricio un rato la cola la cual me imagino tendría
roja como un tomate.
- Espero que
haya aprendido la lección – dijo Mabel.
- Si profesora
Mabel Martínez – dije con mi voz apenas audible.
- Muy bien, ya
puede levantarse.
Me levante con
el rostro lleno de lagrimas, me toque la cola y sentía lo caliente que estaba.
Gire mi cabeza hacia atrás y puede ver lo colorada que se veía. Me subí el calzoncillo
y luego el pantalón. La profesora me explico que así funcionaban las cosas en
esta escuela, que cada vez que un alumno comete una falta es castigado físicamente
y que la severidad del castigo depende de la falta cometida.
Luego me abrazo
y me consoló diciéndome que mientras me portase bien en clase e hiciera las
tareas no me volvería a castigar pero que si no cumplía con estas normas no dudaría
en volver a darme una paliza incluso mucho mas dura.
Luego Mabel tomo
un formulario, lo completo y luego lo firmo.
Le pregunte que
era ese formulario y ella me dijo que cada vez que una profesora o preceptora
castigaba a un alumno debe llenar el formulario de castigo donde debe constar
el motivo del castigo, si se dio con la mano o con algún objeto, la cantidad de
golpes y por ultimo la firma de la persona encargada del castigo. El alumno
castigado debe llevar ese formulario a la directora quien decidirá si el
castigo aplicado es proporcional a la falta cometida, de ser así lo firma y se
archiva. Si la directora decide que el castigo aplicado no fue suficiente puede
darle un castigo adicional al alumno a fin de satisfacer lo que ella considera
adecuado.
- Profesora,
¿Tengo que llevarle ese formulario a la directora?
- No hace falta
Rivi, yo soy la directora.