sábado, 20 de diciembre de 2014

La peor primera semana de clases

La peor primera semana de clases

Era el 10 de marzo del 2000. Ese día empezaba el secundario en una nueva escuela a la cual me había cambiado, una escuela técnica. Por esos tiempo era un joven de 14 años al que le gustaba mucho la informática y todo lo relacionado con las computadoras, por eso fue que decidí hacer el secundario en una escuela técnica que me daba la oportunidad de obtener un titulo de “Técnico en informática”. Pero lo que nunca hubiera imaginado era como se manejaban en esa escuela.
El primer día de clases tuve materias clásicas como Matemáticas, Lengua e Historia. Al día siguiente tuve otras como Química, Física y Geografía. Las profesoras me parecían normales, algunas mas copadas otras no tanto. Me quedo grabada la imagen de la profesora de Geografía, se llamaba Mabel Martínez, media aproximadamente 1,60 mts de altura y era gordita. Lo que mas resaltaba de su físico eran sus anchas caderas y su cola bastante grande. Usaba unas gafas de sol horribles que le daban un aspecto de mosca y se notaba bastante estricta con respecto a la atención que prestábamos en clase y a las tareas que mandaba. Si alguien molestaba en clase ella hacia una anotación en un cuaderno. No se exactamente que anotaba pero supongo que era un llamado de atención. Ese día nos mando una tarea respecto a los límites geográficos del país, había que marcarlos en un mapa y anotar contra que países limitaba la Argentina. Finalmente sonó la campana y me retire contento a mi casa. El miércoles fue otro día aburrido en la escuela pero eran tranquilos porque era la primera semana, de hecho la única profesora que nos había mandado tarea hasta ahora había sido la de Geografía. El jueves fui a la escuela como había echo los tres días anteriores, cursaba otra vez Geografía, vaya aburrimiento. Fue entonces cuando la profesora entro, saludo y pregunto si habíamos hecho la tarea que nos había mandado. ¡Mierda! Pensé, me había olvidado. Tampoco era para tanto, en el mejor de los casos no me preguntaría nada y si me preguntaba y no lo sabia me pondría un llamado de atención y listo. La profesora Martínez comenzó a hacer preguntas a los alumnos, una… dos… tres… cuatro. Vamos bien, la tarea solo tenia cinco preguntas, una mas y me salvo. Fue entonces cuando la profesora dijo: “¿Rivi?” a lo que yo atine a decir “acá”. Me hizo la quinta y ultima pregunta que había en la tarea que nos mando y como no la había hecho le respondí que no sabia. Ella me pregunto: “¿Como que no sabe?” “¿Rivi no hizo la tarea?” a lo cual yo respondí un poco avergonzado “No profesora, me olvide”. La profesora ni se inmuto, anoto algo en su cuaderno y le pregunto a otro alumno. A la media hora sonó la campana y pensé “Al fin me voy a casa”. Todos empezaron a salir y como me había sentado al fondo era uno de los últimos pero cuando pase frente al escritorio de la profesora esta me dijo “Rivi, quédese que quiero hablar con usted”, la puta madre pensé, ahora me va a cagar a pedos por no hacer la tarea de mierda. Primero me pidió que cerrara la puerta del salón con llave y que bajara la persianita que estaba sobre la ventana de la puerta de manera que nadie pudiera entrar ni tampoco ver desde afuera. Luego me pidió que agarrase una silla y me sentara a su lado pero mirándola de frente.

- ¿Quiere explicarme porque no hizo la tarea? – dijo ella.
- Discúlpeme profesora, la verdad es que me olvide – respondí.
- No se como manejaban estos casos en su antigua escuela pero acá este tipo de faltas de disciplina no se toleran y se castigan severamente.
- No entiendo a que se refiere con “se castigan severamente” profesora.
- Significa que en esta escuela el personal educativo tiene libertad de aplicar castigos físicos a los alumnos siempre que cometan una falta de disciplina – dijo Mabel.

Yo estaba estupefacto, no entendía nada de lo que me estaba diciendo. ¿Acaso me van a pegar por no haber hecho la tarea? Es cualquiera eso.

- ¿Alguna vez le dieron una paliza? – me pregunto la profesora.
- No, jamás – respondí yo.
- Bueno, siempre hay una primera vez para todo – respondió ella-
- Discúlpeme pero usted no me va a pegar, ni loco – le dije.
- Entonces tengo q aplicarle 10 amonestaciones – fue su respuesta.
- ¿10 amonestaciones por no hacer la tarea?
- Lo siento Rivi pero así son las normas de esta escuela y le recuerdo que con 25 usted queda libre.
- Por favor, no me ponga 10 amonestaciones. Le prometo que siempre voy a hacer la tarea.
- Es su decisión Rivi, las amonestaciones o la paliza – dijo Mabel.

Después de pensarlo un par de segundos me dije que no podía permitirme tener 10 amonestaciones el cuarto día de clases así que le dije a la profesora que aceptaba ser castigado por ella.
La profesora Martínez me pidió que me bajara el pantalón y el calzoncillo y que me pusiera sobre sus piernas.
Al principio me negué, Me daba mucha vergüenza desnudarme frente a mi profesora, entonces ella me volvió a amenazar con lo de las amonestaciones.
Finalmente accedí, me baje el pantalón y luego con mucha vergüenza y lentitud el calzoncillo. Me coloque sobre sus piernas. Fue una sensación rara, jamás había estado desnudo apoyado sobre las piernas de una mujer y con mi cola al aire de frente a su cara.
La profesora Martínez apoyo su mano derecha sobre mi cola y la acaricio un poco, me dijo que como era la primera vez me iba a dar cien chirlos y entonces me pregunto si estaba listo. Yo respondí con un temeroso si y entonces sentí como su mano se despego de mi cola y el primer golpe cayó. Fue un golpe seco y firme sobre mi glúteo derecho. Debo decir que ese primer golpe me genero cierta picazón aunque no tuve mucho tiempo de reflexionar sobre eso ya que un par de segundos después otro golpe firme y seco cayo sobre mi glúteo izquierdo.
Los chirlos sobre mi cola eran pausados pero fortísimos, Mabel se tomaba todo su tiempo para golpear mis glúteos de forma alternada. Derecho, izquierdo, derecho, izquierdo. Yo los iba contando para que no me diera más de los cien que me había dicho que me iba a dar. A partir del golpe veinte mas o menos comencé a sentir como la acumulación de chirlos me causaba cada vez mas picor y dolor.
Trate de cubrir mi cola con mi mano pero la profesora me dijo que la sacara de inmediato de lo contrario me daría mas chirlos. No dejaba de mirar el reloj que estaba sobre la pared esperando que el tiempo pasara mágicamente pero no lo hacia. Llegando al chirlo numero 40 la profesora me hablo.

- ¿Le duele Rivi? – pregunto Mabel.
- ¡Si profesora!, duele mucho – respondí.
- Me alegro mucho.
- ¿Esta aprendiendo la lección?
- ¡Si profesora! – exclame.
- Si profesora ¿que?, me parece que a usted le hace falta mucha disciplina.
- ¡Si profesora Mabel Martínez! – dije.

Los chirlos seguían cayendo sobre mi cola, 55, 56, 57, 58. El dolor y la picazón eran terribles. Hay que recordar que por aquel entonces tenia solo 14 años, todavía era chico y la profesora me estaba dando unas nalgadas fortísimas.
Mientras el castigo iba llegando a su recta final, no pude aguantar mas y comencé a llorar ligeramente mientras juraba que de ahora en mas siempre iba a hacer la tarea a lo que la profesora Martínez me respondió “Este seguro que jamás va a volver a cometer una falta porque la próxima vez el castigo va a ser mas duro y largo”.
Para cuando conté el chirlo número ochenta y cinco mi llanto era casi desconsolado, el dolor y la picazón eran insoportables. De repente conté el golpe numero noventa y el castigo se detuvo. Trate de contener mi llanto y hable.

- Por favor profesora dígame que ya se termino.
- Lo lamento Rivi pero todavía quedan diez chirlos – me respondió.
- Estos últimos diez chirlos que le voy a dar van a ser muy duros y quiero que cada vez que le pegue los cuente y me agradezca diciéndome “gracias profesora Mabel Martínez”, ¿entendió?
- Por favor profesora, no me pegue más.
- ¿Entendió Rivi? ¿Si o no?
- Si profesora – dije.

Acto seguido me cayeron dos chirlos terribles en el medio de la cola, abarcando la mitad de cada nalga. ¡PLAS! ¡PLAS!. De fondo se escucho mi grito de dolor “Ahhhhh”.

- Si profesora ¿que? – dijo Mabel.
- ¡Si profesora Mabel Martínez! – casi que grite.
- Comencemos con los últimos diez chirlos, ¿Esta listo Rivi?
- Si profesora Mabel Martínez – mi voz apenas se oía.

¡PLAS!... uno, gracias profesora Mabel Martínez. ¡PLAS!... dos, gracias profesora Mabel Martínez. Esos chirlos eran increíblemente fuertes, no podía entender como una mujer como ella, que no era corpulenta para nada podía pegar tan fuerte. ¡PLAS!... tres, gracias profesora Mabel Martínez. Yo solo podía contar y esperar a que llegara el milagroso numero diez. ¡PLAS!... cuatro, gracias profesora Mabel Martínez. Comencé nuevamente a llorar desconsoladamente ante cada uno de esos terribles chirlos. ¡PLAS!... cinco, gracias profesora Mabel Martínez. ¡PLAS!... por favor profesora me duele mucho. Va de nuevo – dijo ella. ¡PLAS!... seis, gracias profesora Mabel Martínez. ¡PLAS!... siete, gracias profesora Mabel Martínez. ¡PLAS!... ocho, gracias profesora Mabel Martínez. Estos son los últimos dos Rivi – comento, como si eso fuese algo bueno. ¡PLAS!... nueve, gracias profesora Mabel Martínez. Y al final llego el milagroso numero diez. ¡PLAS!... diez, gracias profesora Mabel Martínez.
Terminado el castigo, la profesora me acaricio un rato la cola la cual me imagino tendría roja como un tomate.

- Espero que haya aprendido la lección – dijo Mabel.
- Si profesora Mabel Martínez – dije con mi voz apenas audible.
- Muy bien, ya puede levantarse.

Me levante con el rostro lleno de lagrimas, me toque la cola y sentía lo caliente que estaba. Gire mi cabeza hacia atrás y puede ver lo colorada que se veía. Me subí el calzoncillo y luego el pantalón. La profesora me explico que así funcionaban las cosas en esta escuela, que cada vez que un alumno comete una falta es castigado físicamente y que la severidad del castigo depende de la falta cometida.
Luego me abrazo y me consoló diciéndome que mientras me portase bien en clase e hiciera las tareas no me volvería a castigar pero que si no cumplía con estas normas no dudaría en volver a darme una paliza incluso mucho mas dura.
Luego Mabel tomo un formulario, lo completo y luego lo firmo.
Le pregunte que era ese formulario y ella me dijo que cada vez que una profesora o preceptora castigaba a un alumno debe llenar el formulario de castigo donde debe constar el motivo del castigo, si se dio con la mano o con algún objeto, la cantidad de golpes y por ultimo la firma de la persona encargada del castigo. El alumno castigado debe llevar ese formulario a la directora quien decidirá si el castigo aplicado es proporcional a la falta cometida, de ser así lo firma y se archiva. Si la directora decide que el castigo aplicado no fue suficiente puede darle un castigo adicional al alumno a fin de satisfacer lo que ella considera adecuado.

- Profesora, ¿Tengo que llevarle ese formulario a la directora?

- No hace falta Rivi, yo soy la directora.

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